
No es que el calentamiento de la atmósfera ni la contaminación ambiental producida por los óxidos nitrosos hayan transformado las lágrimas de San Lorenzo en guisantes,no.Ha sido un agricultor artesanal,Jaime Burgaña de 42 años,casado y con dos hijos,arrantzale durante siete años en el barco familiar y a ratos perdidos enredando con la tierra del Caserío,quien partiendo de una semilla original heredada de su abuelo,cultiva en Aroa de Getaria una variedad conocida como "el guisante lágrima" y que puede alcanzar en el mercado, la astronómica cifra de 200 euros el kilo.Además del guisante lágrima,cultiva zanahoria morada,tomate negro,puerros,germinado de soja , hojas para ensaladas,hierbas y flores en su campo de cinco hectáreas.
Según Burgaña,"se trata de variedades con características genéticas que han cambiado muy poco con el tiempo,que no han sido cruzadas,con lo cual tienen una capacidad de producción menor y,por lo tanto,son menos rentables.A cambio el sabor es muy intenso;nada que ver con los productos que han sido industrializados".
Dicen que los guisantes atemperados durante un minuto en el fuego con un suspiro de aceite de oliva y un toque de sal,explotan en la boca contra el paladar produciendo una sensación refrescante,(para nada que ver con el Licor del Polo),totalmente diferente al dulzor intenso de las variedades habituales.
Según Burgaña,"se trata de variedades con características genéticas que han cambiado muy poco con el tiempo,que no han sido cruzadas,con lo cual tienen una capacidad de producción menor y,por lo tanto,son menos rentables.A cambio el sabor es muy intenso;nada que ver con los productos que han sido industrializados".
Dicen que los guisantes atemperados durante un minuto en el fuego con un suspiro de aceite de oliva y un toque de sal,explotan en la boca contra el paladar produciendo una sensación refrescante,(para nada que ver con el Licor del Polo),totalmente diferente al dulzor intenso de las variedades habituales.
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