martes, 11 de mayo de 2010

Los polvos de la Condesa


Cuenta Ramón Nuñez en su libro "Un científico en la cocina" que la historia de la quinina data de 1638,cuando la esposa del virrey del Perú y cuarto conde de Chinchón,doña Francisca Enriquez de Rivera,cayó enferma de malaria y probó un remedio inca elaborado con la corteza del árbol de la quina,que crece en las laderas de los Andes.Al quinto día de su ingesta,la condesa comenzó a ponerse bien y una vez restablecida,emprendió la tarea de popularizar la medicina haciendo extracto de la corteza y repartiéndola entre los enfermos.Estos al comprobar que su estado de salud mejoraba,no dudaron en bautizar a la pócima cómo "los polvos de la condesa".
En 1870,Jacob Schweppe,joyero de origen alemán,comenzó a fabricar agua tónica con quinina a la cual los británicos residentes en la India le añadían ginebra para contrarrestar el amargor y así nació uno de los mejores cócteles que la humanidad ha inventado nunca,el gin tonic.
Para elaborar un buen gin tonic,un vaso ancho y corto o una copa de balón ya que la ginebra necesita una boca ancha para que se oxigene y desprenda todo su arsenal de aromas.Con una piel sin la parte blanca,"verde que te quiero,verde,verde limón",frotamos el borde de la copa y lo depositamos en el interior del vaso.Mucho hielo,nunca de agua de grifo,la bolsas de hielo que venden en supermercados y gasolineras van que ni pintadas.Echamos la ginebra mientras decimos 1001,1002,1003 y por último rellenamos de tónica y con el mango de una cuchara damos una vuelta para darles vida a las burbujas.
No se recomienda mezclar con zumo de limón,ya que el ácido cítrico del limón reacciona con el anhídrido carbónico de la tónica dejando a esta sin sus características burbujas y provocando que el gin tonic pierda su fuerza y eso es un delito que no tiene perdón.

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